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Murió el poeta brasileño Thiago de Mello a los 95 años

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«Tengo una casa en el mundo, la Casa de las Américas», dejó grabado en el frontispicio de un libro suyo de 1967 el poeta y hermano Thiago de Mello. Foto: CEPAL

El poeta brasileño Thiago de Mello, una de las principales voces líricas de Brasil y conocido por sus causas en defensa del medio ambiente y de su Amazonía natal, murió este viernes a los 95 años en su residencia en la ciudad amazónica de Manaos por razones que no fueron aclaradas.

La muerte del famoso autor de "Los estatutos del hombre" fue confirmada por la editorial Global, que publicaba sus obras, y por el gobernador del estado de Amazonas, Wilson Lima, en mensajes de condolencias publicados en sus redes sociales.

"Es con profundo pesar que lamento la muerte del poeta Thiago de Mello, icono de la cultura nacional, nacido en Barreirinha, en Amazonas. Thiago deja un legado de amor al arte y a nuestras raíces", afirmó el gobernador en su mensaje.

De Mello, cuya obra fue traducida a más de 30 idiomas, tenía vínculos con varias personalidades de países como Argentina, Chile, Portugal y Bolivia, en donde vivió exiliado tras ser perseguido por la dictadura militar brasileña (1964-1985).

El día que cumplió 95 años fueron rescatadas sus Palabras de apertura del Premio Casa en 1985, cuando fue jurado del concurso por tercera vez. (Todavía lo sería una cuarta, en 1999, coincidiendo con su presencia en el Taller Cultura y Revolución. A cuarenta años de 1959, en que compartió espacio con José Saramago, Jorge Enrique Adoum, Ernesto Cardenal y Oswaldo Guayasamín, entre otros.) Con esas palabras, generosas como suyas y pronunciadas en momentos esperanzadores para su país, recordamos a nuestro hermano Thiago, quien sigue teniendo, en el mundo, esta Casa.

"Ella estaba aquí, la última vez que llegué, en el año 77, a esta patria de José Martí. Ahora no recorre más, con sus pasos de pájaro alegre, los caminos que ayudó a construir con la llama de sus ojos y el fuego de su sueño. Alma de esta Casa, bandera de su pueblo, su obra y su vida perduran y permanece intacta su luminosa esperanza. Quiero que mis primeras palabras sean para ella, para mi amiga Haydée Santamaría", dijo entonces de Mello.

Una de esas grandes amistades fue el poeta chileno Pablo Neruda, del que fue el traductor de una de sus antologías al portugués, lo que hizo que el brasileño se convirtiera en uno de los principales invitados para los actos que el gobierno chileno organizó para conmemorar el centenario de su nacimiento.

Pese a que vivió muchos años fuera del país, incluso sirviendo como diplomático, el poeta nunca olvidó la Amazonía, ni en su obra ni en su corazón, por lo que en las últimas décadas se radicó definitivamente en Manaos.

Su poema más famoso, "Los estatutos del hombre", un canto a la libertad y a la buena relación de la humanidad con la naturaleza, fue publicado en 1977, en los años más duros de una dictadura a la que se opuso.

"Queda decretado que ahora vale la verdad, ahora vale la vida, y, de manos dadas, marcharemos todos por la vida verdadera", dice uno de los versos de su obra más famosa.

(Tomado de Radio Habana Cuba y de La Ventana)

Se han publicado 5 comentarios



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  • Yaris dijo:

    Queda decretado que ahora vale la verdad,

    que ahora vale la vida,

    y que, tomándonos las manos,

    todos trabajaremos por la vida verdadera. Gracias por todo

    • geo dijo:

      EN PAZ Descance..!!! Bien por usted Yaris

  • May dijo:

    «Estatutos del Hombre»
    Thiago de Mello

    A Carlos Heitor Cony
    Artículo I.
    Queda decretado que ahora vale la verdad,
    que ahora vale la vida
    y que con las manos unidas
    trabajaremos todos por la vida verdadera.

    Artículo II.
    Queda decretado que todos los días de la semana,
    incluso los feriados más solemnes,
    tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

    Artículo III.
    Queda decretado que a partir de este instante
    habrá girasoles en todas las ventanas,
    que los girasoles tendrán derecho
    a abrirse dentro de la sombra
    y que las ventanas han de permanecer, el día entero,
    abiertas hacia el verde donde crece la esperanza.

    Artículo IV
    Queda decretado que el hombre
    no precisará nunca más dudar de los seres humanos.
    Que cada hombre confiará en su especie
    Como la palmera en el viento,
    Como el viento en el aire,
    Como el aire en el campo azul del cielo.

    Parágrafo único:
    Un hombre confiará en los hombres
    como un niño pequeño confía en los otros.

    Artículo V.
    Queda decretado que los hombres
    están libres del yugo de la mentira.
    Nunca más será necesario usar la coraza del silencio,
    ni la armadura de las palabras.
    El hombre se sentará a la mesa
    con el corazón limpio,
    porque la verdad será servida antes de la sobremesa.

    Artículo VI.
    Queda establecida, por lo menos durante diez siglos,
    la práctica soñada por el profeta Elías,
    en la que lobo y cordero pastarán juntos
    y su alimento tendrá el gusto mismo de la aurora.

    Artículo VII.
    Por decreto inderogable queda establecido
    el reinado permanente de la justicia y la claridad.
    Y la alegría será bandera generosa
    por siempre resguardada en el alma del pueblo.

    Artículo VIII.
    Queda decretado que el mayor dolor siempre ha sido y será
    no poder darse en amor a quien se ama,
    sabiendo que precisamente esa agua
    es la que da a las plantas el milagro de la flor.

    Artículo IX.
    Queda permitido que el pan cotidiano
    ofrezca a cada hombre los signos de su esfuerzo.
    Pero, sobre todo, que tenga siempre el dulcísimo sabor de la ternura.

    Artículo X.
    Queda permitido a cualquier persona,
    en cualquier hora de su vida,
    usar el traje más blanco.

    Artículo XI
    Queda decretado, por definición,
    que el ser humano es un animal que ama
    y que por eso es bello,
    mucho más aún que la estrella de la mañana.

    Artículo XII.
    Decrétase que nada será obligado ni prohibido:
    todo será permitido,
    incluso brincar como los rinocerontes
    y caminar por las tardes
    con una inmensa begonia en la solapa.

    Parágrafo único:
    Sólo una cosa queda prohibida:
    hacer el amor sin amor.

    Artículo XIII.
    Queda decretado que el dinero
    no podrá comprar jamás el sol de las mañanas venideras.
    expulsado del gran baúl del miedo
    será sólo una espada fraternal
    para defender el derecho a cantar en la fiesta del día que nace.

    Artículo final.
    Queda vetado el uso de la palabra "libertad".
    Será suprimida en los diccionarios
    y en el pantano engañoso de las bocas.
    A partir de este instante
    la libertad será algo vivo y transparente,
    como un fuego, como un río, como la simiente del trigo,
    y su morada será por siempre
    el corazón de los hombres.

    Santiago de Chile, Abril de 1964

  • Isis dijo:

    Lamentamos esa pérdida.

  • Rita dijo:

    Que manera de durar años !!!

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