Como bienvenida a nuestra pagina, quisiéramos hacernos eco de un artículo publicado por Mario Conde hace ya unos años, pero que su contenido nos parece de trascendencia.
Una cena preñada de tolerancia entre católicos y masones
Mario Conde – Escrito el 1 de Febrero de 2010
A mi izquierda se sentaba el profesor de Derecho Constitucional, con su cincuentena recién iniciada, una soltería internamente no venerada y una conducta irreprochable en su condición de católico, apostólico y romano, si por este último atributo se quiere significar la obediencia al santo padre de Roma.
A mi derecha, también un profesor universitario, ahora de Estética, de Filosofía de las Artes, pelo lacio, largo, recortado a la altura de los hombros, delgado de delgadez que sobresalía ante los excesivos volúmenes corporales del profesor de Constitucional.
Completan la mesa un Catedrático de Historia del Derecho, quizás creyente, tal vez agnóstico, pero en todo caso no practicante del catolicismo, y un abogado culto, también católico y practicante. Tres mujeres, todas formadas, universitarias, católicas unas y no tanto otras.
Alguien en la cena trajo a colación la entrevista de Intereconomía en la que se abordaron algunas cuestiones referidas a la masonería y sus relaciones con la Iglesia Católica, lo que de inmediato concentró la atención de todos los comensales, traduciendo sus gestos y miradas de manera incontrovertible: el asunto les interesaba. Nadie se atrevía de modo directo a romper el silencio, por lo que yo, que conocía al profesor de Constitucional y su sentido del humor, me decidí abrir fuego con un tono festivo:
-Hay que tener cuidado con estos asuntos porque P. es católico recalcitrante y para ellos los masones son casi como el demonio. Además creo que es del Opus.
-No, no soy del Opus, -contestó P casi sin levantar la vista del plato de pescado frito al mas lúcido estilo andaluz
-Yo tampoco, pero fui numerario.
Nadie esperaba que el Profesor de Filosofía del Arte, poeta, autor de varios libros, de aspecto alejado de lo que muchos definirían como el biotipo del miembro de esa casa tan singular que es la Obra, pudiera haber pertenecido a ella y no con una pertenencia de las de andar por casa, sino instalado en el grado de numerario, que implica soltería forzosa, dedicarse por entero a la obra, vivir en lugares concretos…En fin, vocación y acción en grado superlativo.
-Bueno, pues me alegro -dijo P sonriendo- porque así mañana me acompañas a misa si te parece
-Por supuesto -apostilló el profesor de Estética – yo acudo de manera regular aunque ya dejé la Obra hace tiempo, pero sigo siendo católico practicante.
Aquella confesión añadía cierto dramatismo al ambiente porque abandonar a Obra no parece ser algo que suceda a diario. Se supone que si se ha sentido por los adentros la fuerza de una vocación tan intensa como adscribirse a esa categoría de numerario que tantas limitaciones implica, no es fácil que se desvanezca por arte de magia, sin que algún tipo de trauma o acontecimiento preñado de drama tuviera que suceder en el recorrido vital de la persona en cuestión. Imaginé que alguien preguntaría las razones y eso quizás situaría al Profesor de Estética en cierta posición incómoda. Quizás nadie lo haga -reflexioné en mis adentros- para evitar la incomodidad de la respuesta. Pero no tuve que esperar al acertijo porque la voz del Profesor de Estética sonó con suavidad, como corresponde a un experto en Arte, y si querer nutrirla con una carga de especial dramatismo, añadió:
-Si, dejé la obra y desde años soy masón regular, de obediencia inglesa.
Silencio.Un silencio hijo de la sorpresa y casi nieto del estupor. Nadie podía imaginar que algo así sucedería en el encuentro sevillano. Opus, numerario, iglesia, masonería, catolicismo y agnosticismo sentados en la misma mesa y sin que se vislumbrara el mas leve signo de violencia, ni verbal ni emocional. El silencio no se traducía en desinterés por el asunto. Al contrario. Cada uno en su interior meditaba como continuar, qué pregunta formular, como abordar una materia en apariencia resbaladiza y peligrosa. El sonido de los cubiertos sobre los platos al rozarlos suavemente, una ligera tos nerviosa del Profesor de Constitucional, unas miradas gachas y unas mentes en ebullición, me llevaron a romper ese silencio que comenzaba a parecer forzado:
-Así que dices que eres católico y masón, ¿no I? ¿Es compatible reunir ambas condiciones?
-Claro. La masonería es teista. Ya no tiene como Dios obligatorio el cristiano, pero es teista. En las logias hay católicos, musulmanes, judíos, budistas…Se exige creer en un principio de trascendencia, pero nada más.
-Muy interesante -apostilló el abogado- No tenía ni idea de que ese era el modelo de relaciones. Yo siempre pensé que se trataba de una enemistad irreconciliable entre masonería y religión católica.
-No, pues no, hay cardenales….
No pudo terminar su aserto porque P, el profesor de Constitucional, sin perder la sonrisa y sin brizna de violencia verbal, aseguró:
-Pero la Iglesia ha dictado excomunión a los masones…
La palabra sonó fuerte, muy fuerte, porque se excomulga a los endemoniados. Antes de que pudiera cuajar el sentimiento que tal vez de ella se derivara, intenté desdramatizar su contenido
-Pues se ve que a los cardenales de la Curia romana que pertenecen, trabajan y colaboran con las logias no les importa eso de la excomunión, ¿no te parece P?
-Es que ya no es así, ya no está vigente la excomunión -sentenció el profesor de Estética.
-¿Ah no? -preguntó el abogado, con curiosidad sincera exenta de ironía
-No. Desde hace tiempo. Sigue siendo pecado mortal, pero podéis consultar los textos y veréis que es así
-Consultaré -dijo el profesor de Constitucional, con evidencias elocuentes de sentirse algo turbado pero no descontento
A partir de ese instante la conversación se animó mucho y las preguntas sobre razones para ser masón, el lugar de la espiritualidad en la orden, los designios políticos, el papel de Franco, las relaciones con los judíos, la masonería en Francia, el papel de la Orden en Inglaterra y EEUU y muchos otros aspectos fueron desgranados en preguntas/respuestas fluidas mientras la tarde caía sobre el horizonte y la cordialidad de la conversación evidenciaba el valor de la civilizada convivencia.
Me sentí orgulloso de ser anfitrión de aquel encuentro. Quizás años atrás algo así habría resultado impensable. Ese pensamiento redobló mi alegría interior que se nubló por un instante al recordar como se trató por algunos el asunto en el blog, llegando incluso a escribir en nuestras páginas que habría que exterminar a todos los masones…Ciertamente muchos fueron asesinados, según contó el Profesor de Estética, por el grave delito de pensar diferente…. Se ve que ciertas personas siguen considerando al pensamiento como un delito de lesa majestad merecedor del exterminio. Y esas personas , al menos alguna de ellas, escribió en el blog…
Frente a esa triste letra escrita tenia la alegría de un blog vivo, no virtual, en el que la convivencia se evidenciaba limpia y serena entre personas que no convertían sus creencias en razones de exterminio.
Al día siguiente, domingo, todos bajaron a la Iglesia para asistir a misa. Bueno, todos no. El profesor de Historia se quedó conmigo. Los demás asistieron al sacrificio católico en el que, por cierto, el cura estaba muy enfadado con los destrozos de las cigüeñas y quiso pedir a Dios que las matara, para, acto seguido, darse cuenta de que resultaba excesiva la petición, así que redujo el nivel hasta un plano mucho mas llevadero:
-Bueno, que no las mate, porque son hermanas nuestras, pero que se las lleve porque los destrozos que causan nos arruinan
Todos sonreían cuando me lo contaban, una vez de regreso en casa. Yo sonreía por otras razones. La convivencia pacifica, el debate, el cambio de impresiones sereno había vencido a la intolerancia. Me alegré que algo así sucediera en vivo y en mi casa. Eso me dio ánimos para escribir en la casa virtual que es el blog. Tal vez consigamos algo parecido en nuestros debates. Merece la pena intentarlo, seguir intentándolo.
http://www.marioconde.org/blog/